un abrazo, venga, solo uno…
ella había leído que recomendaban de uno a tres al día, para mantener la buena salud, tanto la afectiva como la somática…
con lo que no contaba era con que ese abrazo provocara un tsunami en su interior mientras algo que creía muerto renacía de nuevo.
incrédula percibió entre los brazos de él como el hielo se derretía y un latido vertiginoso desmontaba todas sus coartadas,
esas que llevaba tiempo contándole a su pecho adormilado…
peligro! posibilidad de incendio! sus aurículas buscaban un refrigerio tratando de sofocar aquel encabalgamiento fuera de toda lógica. ella intentaba detener aquello mientras en sus entrañas, sorprendido de su propio desboque, su cardíaco boqueaba por beberse el aire, calmarse el mareo.
temerario ascenso, la respiración de él en su oido, el cabello de ella en el lecho, ojos cerrados, jadeo ahogado y por fin un grito extasiado de armisticio, el cielo exprimido en ese exhalar de dos cuerpos… para luego caer despacio en la calma de un ritmo sereno, saboreando pegados aquel instante de paz que pareció eterno.
quizás la resaca de lo verdadero les había tatuado su huella en el cuerpo. quizás sus órganos tenían memoria propia, incluso una inteligencia independiente del autoritario cerebro. por eso no escuchaban las razones que intentaban ponerse como freno. habían decidido hablar por si mismos y lo estaban haciendo. habían escogido reconocerse en el otro como espíritu gemelo y luchaban por ello. no importaba cuántas veces intentasen pararlos, cuántos consejos sensatos pidiesen para escapar de aquel meigallo. como los niños en su reafirmación adolescente..habían decidido seguir su propio camino y por eso, no habría nada que pudiera detenerlos…
-no es posible, no podemos…
realmente no podemos?
-podemos si queremos, podemos cualquier cosa. pero realmente queremos?
-queremos subir la verja y salir a gritarlo?
Raquel Galavís