hace poco he estado en cerdedo, y he vislumbrado un atisbo de esperanza.
de hecho se lo cuento a todo aquel que quiera escucharme. que hay otras formas, otras posibilidades. que no hemos venido a esta “realidad” para pagar hipotecas o alquileres desorbitados y alienarnos en al frío asfalto de las ciudades.
a ningún sitio conduce en mi opinión la perspectiva aterradora que nos ofrece la city en estos momentos: stress, paro, individualismo exacerbado, precios inalcanzables…
ya se que llevo años presumiendo de bucólica, pero es que el paso del tiempo y la situación actual hacen que me regocije, me reafirme y me recarcajee al recordar los comentarios de alguna “amiga” de hace ya 10 años, cuando en mi idealismo de los “veintitantos” llevé a la práctica mi decisión de cambiar la modernitá urbanita, por la vida en el campo. de aquella, tales “amigas”, horrorizadas, no entendían mi opción, a lo que recuerdo haber contestado entonces, que yo tampoco entendía ni compartía la suya ( la vida teleplásmica envasada al vacío y precintada, que se podía comprar hasta hace poco en los bancos, centros comerciales etc…bastaba una tarjeta de crédito, una nómina …y ya estaba el paquete completo: hipoteca, préstamo personal, tele de plasma financiada, etc….
ya sabemos que nadie lee la famosa letra pequeña, pero estoy segura de que en la que envolvía semejantes “caramelitos”, no avisaban de los efectos perjudiciales para la salud emocional de nuestra sociedad, de semejante dictadura del materialismo: a saber, depresiones, ansiedad, misantropías, psicosis varias, bi-tri y hasta cuatri-polaridades con tanto recibo y tanto interés que regalar a los que manejan el cochuflo…y ello sin contar lo peor de todo, la creciente incapacidad del ser humano de amar, de entender el amor como única posibilidad de salvación de nuestras desubicadas almas.
¿es que no sabemos que un bebé privado de amor muere de inanición? el amor en cualquiera de sus formas, de familia, de pareja, de amigo, hacia lo que nos gusta, hacia los animales. el amor como una llamita que cultivar dentro, despacio, despacito, como un buen guiso. amor a las cositas pequeñas, a la risa de tu nene, al olor de la primavera, a las cosquillitas en el estómago cuando conduces entre los valles de la aldea con tu música preferida a todo volumen… el amor a la vida, y sin duda, el más difícil, el amor a los otros y a nosotros mismos. pienso que aún nos queda mucho camino para conseguir un cambio, un cambio que sin duda debería comenzar por una revolución en el sistema educativo que, ya desde nuestra mas tierna infancia, nos engaña, nos manipula, nos somete, nos impide ser.
por eso, conocer a un grupo de treintañeros licenciados en las bellas artes, que viven en el campo y saben plantar un huerto, construir un tejado, diseñar con un Mac de última generación y buscarse las castañas en cualquier lugar del mundo… esto me parece un ejemplo de cambio, de esperanza y de evolución hacia un futuro mas equilibrado.
si eso lo aderezamos con compañerismo, generosidad, solidaridad, multiculturalidad, un exquisito sushi y unas deliciosas navajas, el plato resultante es un domingo delicioso, que recordaré siempre.
gracias Lisi, por llevarme a semejante paraíso!
Raquel Galavís
for emma. bon iver. for emma, forever ago